La industria textil es la segunda más contaminante del mundo, sólo superada por la de combustibles fósiles, y a su vez se ha disparado debido a la moda basura, la deslocalización y el comercio en línea. Y ahora que estamos tan preocupados por la sequía, la moda es la segunda industria que más agua consume, genera cerca del 20% de las aguas residuales del mundo y libera billones de microfibras en el océano que acabarán en nuestros alimentos e incluso en nuestra sangre.
La fast fashion es una de las palabras que aparecen constantemente cuando hablamos de sostenibilidad. Pero, ¿qué significa? Traducido al español, significa literalmente "moda rápida" y eso describe bastante bien el sistema que hay detrás. Porque la moda rápida no es necesariamente un estilo de ropa, sino más bien un modelo industrial o de producción que busca la velocidad y la disponibilidad constante.
El concepto de moda rápida es poco sostenible porque sigue cualquier microtendencia, por pequeña que sea, para hacerla accesible a las masas. Por supuesto, la compra online, disponible 24 horas al día, 7 días a la semana, también desempeña un papel importante. La moda ya no es sólo un lujo, sino un bien común que se puede recibir directamente en casa con sólo pulsar un botón y sin grandes costes.
Además, los gigantes de la moda ya no dependen del comercio físico, sino exclusivamente del digital. Se trata de un cambio clave que implica muchas cosas, ya que para algunos consumidores la moda rápida es la única opción de moda asequible. Un punto importante que, por supuesto, complica mucho más todo el debate sobre los efectos negativos.
La moda sostenible engloba un conjunto de prácticas en el diseño, la producción y el consumo que son respetuosas no sólo con el medio ambiente, sino también con todas las personas que trabajan en la industria textil. Así, la moda sostenible aborda cuestiones como la reducción de las emisiones de CO2, la sobreproducción de prendas, la reducción de los niveles de contaminación, la acumulación de residuos textiles, el apoyo a la biodiversidad y la promoción de condiciones laborales justas y salarios dignos para los trabajadores.
Dada la complejidad de llevar a cabo el concepto de moda sostenible, no es de extrañar que haya tan pocas empresas de moda comprometidas con la sostenibilidad que puedan abordar la cuestión desde todos los ángulos simultáneamente. Incluso si preguntamos a las que sí se encargan de producir con vistas a la moda sostenible, la respuesta es que siempre hay margen para seguir mejorando y creciendo. Comprar ropa que se nos presenta como "sostenible" no basta, por desgracia, para atajar el problema de raíz. Requiere que nos replanteemos de arriba abajo cuáles son nuestros hábitos de consumo y cuál es nuestra actitud hacia la ropa que compramos.
El mayor problema de la industria de la moda está relacionado con los residuos textiles. Cada año se vierten en los vertederos millones de toneladas de residuos textiles procedentes de ropa desechada y residuos de producción de la industria de la moda rápida. La mayoría de estos tejidos desechados no son orgánicos ni naturales, por lo que tardan miles de años en descomponerse y volver a la tierra, y cuando lo hacen liberan miles de partículas microplásticas que contaminan todo el planeta.
Por este motivo, el reciclaje textil tiene un importante papel que desempeñar en la minimización y optimización de la gestión de residuos en todo el mundo. Una forma de ayudar a reducir el impacto de los residuos textiles en el planeta es comprar ropa fabricada con textiles reciclados. Aunque la mejor alternativa siempre será elegir tejidos sostenibles, orgánicos y biodegradables, el reciclaje textil es importante para frenar la producción de nuevos tejidos sintéticos derivados del petróleo.
A la hora de deshacerse de ropa usada, muchas personas utilizan el contenedor como primera opción sin tener en cuenta el estado en el que se encuentren estas prendas. El nuevo reto del reciclaje pasa por el sector textil, ya que en España la mayoría de la ropa que se desecha termina en los vertederos sin distinguir entre la ropa que todavía podría utilizarse y la que ya es un residuo. Por este motivo, recicladores europeos ya han pedido la distinción entre residuos textiles y de segunda mano, ya que al no tener un baremo que clasifique estos residuos, conduce a malas interpretaciones a la hora de su exportación.
En este sentido, se espera que en el plazo de dos años, todas las ciudades cuenten con un sistema para que los ciudadanos puedan realizar reciclaje textil que además de ropa incluya toallas, sábanas, tapicerías... En las tiendas de moda se podrá dejar ropa usada y veremos multiplicarse los contenedores de ropa en las calles.
Hay muchos trucos para reciclar la ropa o convertirla en algo que nos sirva. Sin embargo, la solución al problema también pasa por un paso previo: ser responsables cuando compramos y no hacerlo compulsivamente.
Si la ropa está en buen estado, hay cientos de ONG que la aceptarán encantadas y la utilizarán en sus proyectos solidarios, donándola a personas necesitadas o vendiéndola para recaudar fondos para sus proyectos. Estas mismas ONG están dispuestas a aceptar zapatos, bolsos, cinturones... y obviamente ropa de cama, aunque si tenemos que donar mantas o similares, hay algunas organizaciones concretas que las aprovecharán mejor que otras, especialmente las que ayudan a personas sin hogar o envían material a campos de refugiados.
Si la ropa está vieja o rota, te recomendamos que te pongas en contacto con protectoras de animales, ya que la ropa rota se puede utilizar como cama para los animales o para hacer más cómodos los lugares donde duermen los cachorros o los animales enfermos.
Puede que a ti te guste algo que a otra persona no le gusta nada. Enseña la ropa que no quieres a tus amigos y quizá lleguéis a un acuerdo para realizar un intercambio.
Otra opción es intentar sacar algo de provecho a tu ropa pasada de moda y a la que compraste por capricho vendiéndola a gente que se enamore de ella.
Participar en mercadillos de artículos de segunda mano para particulares organizados en algunas comunidades por ayuntamientos o asociaciones de vecinos. Suelen ser gratuitos o con una cuota de inscripción baja y son una oportunidad para deshacerte, no sólo de la ropa que te sobra, sino también de cualquier otro objeto innecesario en tu casa.
Utiliza Internet. Hay muchas páginas que permiten la compraventa de artículos usados entre particulares y que no cobran nada por poner un anuncio. Si quieres algo más específico, existen aplicaciones especiales para vender ropa de segunda mano.