«El barco ha llegado al puerto», estás son las palabras con las que Rena Lee, portavoz de la ONU, ha anunciado el consenso alcanzado por los países negociadores para lograr la aprobación del Tratado Global de los Océanos.
Tras años de negociaciones y varios desacuerdos, la Organización de las naciones Unidas (ONU) ha logrado sacar adelante el tratado de protección de la biodiversidad marina para las aguas internacionales. Entre otros puntos, este texto sienta las bases para crear áreas protegidas en las zonas económicas exclusivas de los países y, su versión final, todavía está pendiente de validación por las partes negociadoras.
Se espera contar con una red mundial de Áreas Marinas Protegidas (AMP) que cubra el 30% de los océanos del mundo para 2030. Es el conocido como objetivo 30×30, que fue acordado en la COP15 sobre biodiversidad. Estas AMP serán representativas de los principales ecosistemas y estarán vinculadas a ellos. Su objetivo será el de funcionar como reservas marinas capaces de proteger hábitats y especies, restaurar la biodiversidad y mantener los servicios ecosistémicos.
Cuando hablamos de recursos genéticos marinos, lo hacemos de los genes patentables de especies marinas descubiertas o por descubrir. Estos genes pueden ser susceptibles de patente debido a que pueden aportar importantes beneficios económicos debido a sus diferentes aplicaciones industriales, farmacéuticas, energéticas, alimentarias, etcétera.
Hasta ahora, no se había regulado bajo ningún marco jurídico la propiedad de estos recursos genéticos en aguas internacionales y la patente de los genes dependía, únicamente, de la capacidad tecnológica de los países o empresas, por lo que unos pocos países se distribuían casi el total de los recursos. No obstante, todavía no se ha aclarado que tipo de mecanismos serán los utilizados para regular las patentes.
Por el momento, no existe ningún organismo competente para regular y supervisar las evaluaciones en aguas internacionales. Está previsto que este tratado introduzca valoraciones de impacto ambiental obligatorias de las actividades económicas que puedan contaminar o causar cambios significativos y perjudiciales en el medio marino, y establecerá los umbrales y factores necesarios.
El Tratado pretende fomentar la capacidad de los países en vías de desarrollo, incluida la transferencia de tecnologías marinas de los países más desarrollados y la cooperación científica.
Aunque todavía no se ha publicado el escrito definitivo del tratado, este texto supone un paso más hacia la conservación de los espacios naturales marítimos. Cuando el texto esté finalmente redactado, tendrá que ratificarse y ser adoptado por casi 200 países.
La presidenta de las negociaciones de la ONU, Rena Lee, anunciaba emocionada el final de las negociaciones y explicaba que se volverá a convocar la reunión para adoptar el acuerdo final.
Por su parte, la comunidad científica y ecologista está de acuerdo en que, aunque el tratado no es perfecto, supone un avance histórico para la conservación de la naturaleza.