En las regiones más cercanas a los polos del planeta, una vez al año se produce un fenómeno natural extraordinario denominado noche polar. Durante un periodo continuo de tiempo el sol no llega a elevarse por encima del horizonte durante días, semanas e incluso meses.
La oscuridad tan prolongada es consecuencia de la inclinación del eje terrestre y ocurre cada invierno en los extremos del planeta, al norte del Círculo Polar Ártico y al sur del Círculo Polar Antártico.
Hay lugares, como Utqiaġvik, la ciudad de Alaska también llamada Barrow, donde la noche polar dura aproximadamente 65 días, desde mediados de noviembre hasta finales de enero.
En otros lugares, como Tromsø, en Noruega, el fenómeno se extiende unos 30 días, mientras que en la estación Amundsen-Scott, ubicada en la Antártida, puede llegar a durar seis meses. Cuanto más cerca está la región del Polo Norte o Sur, más larga será la ausencia de luz solar.
Al contrario de lo que se sugiere en su nombre, la noche polar no significa oscuridad total durante todo el periodo, ya que en muchas áreas el cielo se ilumina parcialmente gracias al reflejo de la luz solar, creando un tenue resplandor denominado crepúsculo polar.
El hecho de que este reflejo solar tenga presencia no impide que las temperaturas desciendan de forma drástica. En Barrow, por ejemplo, se alcanzan mínimas de -27 °C de promedio durante el mes de enero, mientras que en algunas zonas de Noruega registran picos de hasta -40 °C.
Para las personas, la noche polar puede suponer un reto físico y psicológico. La falta de luz solar afecta los ritmos circadianos, alterando los patrones de sueño. El conocido como Trastorno Afectivo Estacional (TAE) es un problema recurrente. Se trata de un tipo de depresión que afecta a muchas personas debido a que la prolongada oscuridad disminuye los niveles de serotonina.
A pesar de las adversidades, los habitantes de estas regiones han desarrollado estrategias para adaptarse. Muchos utilizan lámparas de fototerapia y participan en actividades comunitarias. Para muchos, la vida social sirve para mantenerse activos a nivel físico y mental. Otros, por el contrario, ven esta época como un momento idóneo para conectar con la naturaleza.
No obstante, muchos de estos lugares viven un auge en su actividad, ya que la noche polar inaugura la temporada alta de turismo, como en Tromsø, que recibe miles de Turistas interesados en ver auroras boreales, ballenas y orcas o para realizar deportes de invierno. Esta ciudad aprovecha esta época para celebrar su festival internacional de cine, otro de jazz y otro dedicado exclusivamente a las auroras boreales.